viernes, 27 de marzo de 2015

El sitio arqueológico de Nimrud, destruido por los yihadistas del Estado Islámico

Por Alejandro Rodríguez Refojo
 
El pasado 26 de febrero un grupo de yihadistas del Estado Islámico (EI) difundió por Internet un vídeo que mostraba cómo esos mismos yihadistas, armados con mazas y taladros, destrozaban decenas de figuras del Museo de la Civilización de Mosul (Irak). El EI amenazó además con arrasar otros testimonios de la historia cultural de Irak.
Cumpliendo su amenaza, el 5 de marzo hacía lo mismo, esta vez a golpe de bulldozer, con las ruinas de la ciudad milenaria de Nimrud, uno de los enclaves arqueológicos más importantes del mundo, situado a 40 kilómetros al sur de Mosul, la segunda ciudad en importancia de Irak y actual bastión del EI.
Pero no cesó ahí el fanatismo destructor del EI. Tan sólo unos días más tarde le tocaba el turno a la antigua ciudad de Hatra, la que fuera capital del reino de los partos entre los años 247 y 226 a. C. Los militantes del EI se llevaron, según parece, las antiguas monedas de oro y plata que albergaba este sitio histórico, situado en el desierto a unos 100 kilómetros de Mosul.
La justificación de tales actos se basa en la misma razón por la cual los talibanes afganos dinamitaron los colosales budas de Bamiyán en 2001: las estatuas y reliquias de ídolos no islámicos atentan contra el Islam y deben ser destruidas, ya que así —según afirma uno de los militantes que aparece en el vídeo mencionado— lo ordenó el profeta.
 

Hombre-toro alado de Nimrud. Url de la imagen:

El orientalista alemán Markus Hilgert calificó el nuevo ataque de «catástrofe para el legado cultural de la humanidad», y añadió que la destrucción de Nimrud es todavía peor que lo que se hizo en Mosul, ya que allí «se ha destruido el contexto arqueológico, que dice mucho sobre las piezas halladas y les otorga significado». La Unesco, por su parte, no ha dudado en calificar este acto como «crimen de guerra».
Fundada en el siglo XIII a. C. por Salmanasar, su importancia se debe sin embargo al rey Asurnasirpal II, quien decidió construir la nueva capital en Nimrud. La ciudad conservó este estatus político-administrativo hasta el año 710 a. C., cuando la capitalidad pasó a Dur Sharrukin. Pero Nimrud se mantuvo aún como una de las principales ciudades asirias hasta el 612 a. C., año en que fue completamente destruida al caer el imperio asirio bajo el poder de los babilonios y los medos.
La ruinas de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, se hallan junto al río Tigris, y constituyen uno de los sitios arqueológico fundamentales para conocer la antigua cultura asiria, que se desarrolló en la antigua Mesopotamia entre el 1800 y el 600 a. C.
Los restos arqueológicos de Nimrud fueron excavados por el británico Austen Henry Layard entre 1845 y 1851. Layard, que creyó que los restos encontrados eran los de la antigua Nínive, extrajo numerosas esculturas y relieves, así como el famoso «obelisco negro» de Salmanasar III, que se conservan hoy en el Museo Británico. Las excavaciones fueron continuadas, ya en el siglo XX, por Max Mallowan y más tarde por David Oates.
 

Url de la imagen:
Las ruinas de Nimrud aún conservaban estatuas de Lammasu, una divinidad protectora de la mitología mesopotámica, representada bajo la figura de hombre-toro con alas de águila, que defendía las puertas de las ciudades o los palacios alejando a los enemigos y a los malos espíritus, a la vez que cumplía la función política de hacer patente el poder de los reyes de Asiria. Estos seres mitológicos son (eran) todo un emblema de la cultura asiria.
 
Fuentes:
«El Estado Islámico destruye la ancestral ciudad de Hatra en Irak» (ABC, 8 de marzo de 2015) http://www.abc.es/internacional/20150307/abci-estado-islamico-destruye-ancestral-201503071408.html

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